Mi historia con Couchsurfing empieza en enero del 2017 cuando Matko, mi amigo croata, me cuenta sobre una comunidad que ofrece experiencias increíbles y únicas que se comparten entre viajeros de todo el mundo. Es así como Couchsurfing llegó a mi vida y desde ese momento en adelante no he dejado de vivir y disfrutar de estas estas experiencias. He conocido grandes amigos, hermanos de distintas culturas, he compartido viajes y he vivido cada instante como una experiencia que ha dejado siempre huella en mi corazón.
Couchsurfing me abrió las puertas a otras realidades y a través de ellos no solo aprendí que el mundo es más grande de lo que parece y que allá afuera hay gente con alma y corazón únicos dispuestos a ayudar sino que también pude descubrir nuevas culturas y aprender nuevos idiomas y costumbres.
Mi vida cambió totalmente y pude entender que Couchsurfing es “compartir y cuidar”
Nací en Piura, una provincia fronteriza al norte del Peru en el límite con Ecuador, una ciudad cálida no solo con su clima conocido como el verano eterno (temperatura mínima en invierno es de 18°C y en verano 40°) sino por la alegría y hospitalidad de su gente, una ciudad llena de cultura y que fue la primera ciudad fundada por los españoles en el Pacífico Sur en 1532.
Como toda típica familia latinoamericana mi casa es grande y vivimos todos juntos; papá, mamá, hermanos, tíos, primos y sobrinos formando un ambiente lleno siempre de alegría y bulla, de risas y siempre de mesas llenas en el almuerzo y la cena.
Este ambiente me enseñó desde pequeño que una de las cosas más importantes de la vida es compartir, que no importa lo que suceda ni los problemas siempre y cuando tengas el soporte de la gente que te quiere: la familia y amigos. Mis padres nos enseñaron desde pequeños el respeto y los valores de familia.
Yo soy ingeniero civil de profesión, tengo una maestría en Dirección de Proyectos de Construcción y me desempeño en el sector construcción como ingeniero residente y/o supervisor dependiendo del proyecto. Además de ello, junto a mi familia hace 2 años empezamos a desarrollar actividades de agricultura y tenemos dos proyectos de voluntariado: una granja ecológica a las afueras de la ciudad de Piura y una finca de café organico en la selva alta de Peru, en San Ignacio, Cajamarca.
Estos dos proyectos nos han permitido compartir experiencias con chicos voluntarios de todo el mundo.
Cuando descubrí Couchsurfing y entendí el mensaje que trasmitía a través de su comunidad, quedé enamorado del significado y de todo lo que esto conlleva. Entendí que hay muchas maneras en la vida para trascender siendo esta una de ellas. A partir de ese momento mi vida cambió.
Uno de los recuerdos más memorables, emocionantes y agradables que tengo con Couchsurfing es haber convivido con un grupo de 28 viajeros de distintas nacionalidades, todos varados en Yurimaguas, un pueblo en la selva inhóspita del Amazonas de Perú por un mes al inicio de la pandemia por Covid-19 en marzo del 2020. Vivir con ellos, entender sus costumbres, intercambiar cultura y aprender idiomas mientras esperábamos que la situación mejore y con muchas alegrías y juegos de por medio, y sí también muchas cervezas ha sido quizás la mejor experiencia que he tenido hasta ahora. Soy feliz cada vez que recuerdo esos días
En mi vida existe un “antes de Couchsurfing” y un “después de Couchsurfing”. Es decir, Couchsurfing cambió mi vida para bien ya que a través de ellos he podido ver la vida desde otra perspectiva, un punto de vista más amplio en todo sentido, a través de ellos he sido capaz de entender y sobre todo comprender que cada uno de nosotros es un ser único e irrepetible y cada uno de nosotros tiene un mundo en el corazón y en la mente y que mientras más aprendamos de nosotros mismos y nuestras experiencias más sencillos y más humanos nos volvemos.